© María Gato 2012

María Gato y María Rey

 

Quisiera meterme en sus cuadros.  Me asomo; pego la nariz al lienzo.

Quisiera sentarme con sus mujeres desnudas, inundadas de luz y serenas, para escuchar el sonido del saxo y el tintineo de los instrumentos del quirófano.

Pero esos privilegios sólo los disfrutan los “suyos”.  Así los llama María.  Son su gente plasmada en los lienzos.  Tapizan las paredes de su casa, te reciben en el pasillo, te rodean en el estudio y vigilan la cama.

María Gato pinta cualquier mundo que haya atrapado su atención, y a cualquier persona, que tenga la calma necesaria, para esperar cada movimiento del pincel.  Lo que no entiendo es por qué evita pintar sus ojos atlánticos.

La “gente” de los cuadros de Gato viene y va.  Cumplen su tarea, trabajan, tocan, o simplemente observan; pero sin la menor estridencia, sin una señal de desequilibrio.  Son “gente” serena, cálida y acogedora.

Un día, de tanto asomarme, voy a caer dentro.

A meterme en sus cuadros.

María Rey

Periodista