Álvaro del Amo
LA PINTURA DE MARÍA GATO
La pintura de María Gato sorprende por su gravedad, admira por su colorido e inquieta por su original tratamiento del entorno que rodea a sus objetos y a sus figuras.
Sus retratos presentan hombres o mujeres caracterizados por la simplicidad y la extrañeza de vivir. Allí están, de frente o de perfil, en la agitación de un concierto o en la languidez de un sofá, celebrando la normalidad insondable de la existencia.
La intensidad de los colores empleados, el amarillo en su apoteosis, el ocre severo o elegante, tonos en contraste aquí y allá, brotan de una luminosidad caudalosa que es a la vez alegre y discreta, exultante y contenida.
Personas y cosas se imponen inmediatamente por una peculiar visión del aire que las rodea, situándolas en un espacio tan impreciso como corpóreo y, cabría decir, humano. Las pinceladas de la pintora captan el éter donde respiran mujeres o botellas, como una prolongación de sí mismas, afirmando una realidad humilde y contundente, serena.
La pintura de María Gato, por su vitalidad y la perfección de su acabado, parece recuperar una época en la que los cuadros resumían momentos irrepetibles, ofreciendo a la posteridad la pequeñez y la grandeza del discurrir cotidiano de cualquiera de nosotros.
Álvaro del Amo
Escritor y cineasta
Exposición Banco Interamericano de Desarrollo
Washington, DC – 2002
© María Gato 2012